Un nuevo estudio realizado en China y Japón refleja una clara falta de interés de los lectores japoneses por los libros digitales. El estudio ha estado a cargo de la empresa de investigaciones de mercado Net Mile radicada en Tokyo, con un trabajo de campo que ha consistido en mil entrevistas a hombres y mujeres de China y Japón con el fin de conocer sus actitudes frente al libro digital.

 

La pregunta fundamental a la que fueron sometidos los encuestados era muy simple: ¿Querrías usar eBooks? El 57,7 por ciento de los japoneses respondió que nunca leería un eBook, frente a solo un 4,5 por ciento de los chinos que rechaza el soporte digital para la lectura.

 

Las diferencias son llamativas también en lo referido a la práctica actual de la lectura en soporte digital, pues el 70 por ciento de los chinos manifestó que ya había leído eBooks (mayoritariamente en el ordenador) y el caso de los japoneses encuestados la proporción llegaba tan solo al 10 por ciento.  

 

 

 

 

 

 

The Bookseller ha publicado un reportaje en el que Michael Fitzpatrick trata de descubrir las claves de este rechazo hacia los eBooks en una sociedad tan volcada en lo digital como la japonesa.

 

Lo cierto es que Fitzpatrick busca las respuestas en el sector editorial digital más que en los autores del estudio de opinión y subraya las declaraciones de Robin Birtle, consejero delegado de la editorial digital Sakkam Press, quien afirma que estas cifras reflejan bien su “propia investigación”. Birtle encuentra una base en que los japoneses en general sean probablemente los consumidores con el mayor nivel de exigencia de calidad de todo el mundo, tanto en términos de contenido como de experiencia de servicio.

 

De las afirmaciones de Birtle en la entrevista llama la atención su convicción de que “los usuarios perciben la falta de madurez en el mercado del eBook” y que lo crucial es que aunque “los consumidores japoneses son favorables a lo tecnológico, son aún más favorables a la calidad”.

 

Por otra parte, del propio estudio se desprende que la población objeto del trabajo de campo en el caso de Japón es de una edad mucho más avanzada que en el caso de China. Para Fitzpatrick es necesario tener en cuenta este dato, junto con el de la inclusión del ámbito rural, para hacer una lectura más matizada de los resultados.