El gobierno norteamericano, a través del secretario de Educación, Arne Duncan, y el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Julius Genachowski, ha instado a las escuelas y editores a que sustituyan los libros de texto de papel por libros digitales en un plazo de cinco años, según informa el diario online The Huffington Post.
Sobre esta noticia el editor John Pettigrew ha comentado en el blog FutureBook que, si bien hoy la mayoría de los editores del ámbito educativo puede llevar a cabo este cambio, y de hecho, en cierta medida algunos ya la están haciendo, el problema estriba en “qué es lo que entendemos por libro de texto digital”.
Para Pettigrew el inconveniente de este asunto es que el gobierno estadounidense no desea que esta transición hacia lo digital sea a un formato pdf o ePub, ya que su objetivo no son los libros de texto basados en la impresión digital, sino que lo que pretende es ofrecer un entorno mucho más interactivo y atractivo para apoyar el aprendizaje.
Genachowski declara que su objetivo es que las escuelas trabajen con libros de texto digitales que permitan a los alumnos explorar en ellos cuando quieren acceder a algo que no conocen. Es decir, que sea el dispositivo el que les muestre, por ejemplo, lo que significa una palabra o la forma de resolver un problema matemático.

En esta línea, Karen Cator, directora de Tecnología Educacional del Departamento Federal de Educación, manifiesta que “los estudiantes deberían poder tener explicaciones en vídeo para ayudarles en sus tareas escolares, poder girar y mover moléculas en 3D, o utilizar un globo terráqueo para trabajar las noticias en el aula”.
Pero, en opinión de Pettigrew, a pesar de las buenas intenciones del gobierno, y de que estos libros digitales se podrían obtener desde diversas plataformas, incluida la aplicación iBooks 2 de Apple, este desafío no deja de ser demasiado ambicioso.
El otro requisito que solicita el gobierno estadounidense, que no es otro que ahorrar dinero al mismo tiempo, señala Pettigrew, es también un inconveniente a tener en cuenta. El editor considera que los dos objetivos que persigue el gobierno, es decir, adquirir materiales de aprendizaje con altas capacidades para la interacción, exploración y personalización, y al mismo tiempo gastar menos dinero en la adquisición de esos recursos, son excluyentes.
John Pettigrew no cree que este nuevo escenario sea probable en las actuales condiciones, o al menos no lo ve factible a corto plazo. Según el editor, la creación de recursos adicionales, interactivos y adaptables es un proceso altamente laborioso y costoso. Y a su juicio, es esta la razón por la que este tipo de recursos son actualmente escasos, ya que las escuelas no disponen de dinero para pagar por ellos. Asimismo, Pettigrew considera que lo único que podría cambiar esta situación sería el incremento de los presupuestos, para así poder adquirir este material.
Para rematar su reflexión, el editor lanza una pregunta clave: ¿hay alguna manera de que las editoriales educativas puedan colaborar con los políticos de modo que estos entiendan la realidad del negocio editorial? Y para terminar, alude a que cualquier beneficio que se reciba siempre tendrá un costo asociado.
|