El director saliente de la ISTE [Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación], Don Knezek, y el entrante, Brian Lewis, analizaron, junto con otros profesionales de educación y bibliotecas, los cambios que se avecinan en estos ámbitos y en agentes concretos como los especialistas en medios de comunicación y los bibliotecarios escolares. Lo hicieron en el marco de la conferencia anual de la institución celebrada en San Diego (EE.UU.),  que la periodista Kathy Ishizuka resume en un artículo publicado en The Digital Shift.

ISTE es una organización no lucrativa formada por un grupo de expertos de ámbito mundial en el área de la tecnología educativa. Su función es proporcionar pautas y orientaciones que sirvan de guía y marquen la dirección a seguir respecto  del uso eficaz de la tecnología en la educación y la formación del profesorado. Este colectivo, al igual que la ALA (American Library Association), es una gran organización que representa a distintos grupos. Sus miembros, desde profesores de matemáticas a coordinadores de tecnología, a menudo lo son también de organizaciones locales y nacionales.

Para esta sociedad, señala  Kathy Ishizuka, una de las claves del futuro será la colaboración entre organizaciones. Esta capacidad de trabajo colaborativo se considera crucial, y cobra más importancia en estos momentos en los que se cuenta con menos personal y recursos. Según Brian Lewis, encajar trabajo y objetivos conjuntamente con otras entidades se configura como una estrategia fundamental, ya que "va a ser más importante que nunca", asegura el especialista. Si bien, matiza Lewis, dichas relaciones se han de plantear de una manera distinta a como se viene haciendo. Dada la experiencia del nuevo dirigente de ISTE en el ámbito asociativo -fue director de estrategias y consejero delegado interino de la Junta Nacional de Estándares de Enseñanaza Profesional- Lewis también hizo referencia en la rueda de prensa a las principales cuestiones que pueden surgir cuando las organizaciones colaboren.

Por otra parte, señala Ishizuka, Renee Hobbs, directora de la Escuela de Comunicación en la Universidad de Rohde Island, destacó en la rueda de prensa que la alfabetización digital es otro aspecto sustancial en la educación, asunto que interesa y preocupa a diferentes agentes, no solo a las bibliotecas, comentó Hobbs. Recientemente la ALA se ha ocupado de la iniciativa nacional Connect2Compete, buscando alguna forma de que las bibliotecas se involucren y participen en ella. Respecto de esta iniciativa, Hobbs opina que existen en ella aspectos preocupantes en cuanto a la asociación de lo público y lo privado. Así por ejemplo, empresas como Dell y HP proporcionan programas con ordenadores equipados con filtros web, “algo sobre lo que deberían de llamar la atención los bibliotecarios” -sentenció Hobbs-.

Para finalizar, la periodista recoge las opiniones de Wendy Stephens, bibliotecaria de la escuela de secundaria de Buckhorn, en New Market, estado de Alabama. En su opinión, la alfabetización digital debe estar enmarcada dentro de un proceso continuo de aprendizaje. Stephens ve muchas posibilidades en lo que se puede conseguir como individuos y como bibliotecas para mejorar la alfabetización digital en los estudiantes: “Será algo mucho más convincente de que lo decidan crear los legisladores”. Para ella, la cuestión está en todos aquellos compañeros de profesión que no “están a bordo” en la tecnología digital y en el proceso de transición de los recursos en papel a los electrónicos.