Los compradores están habituándose a comprar solo aquello que necesitan. La crisis económica y el comercio electrónico ha introducido importantes cambios en los hábitos de consumo de los estadounidenses, que planifican sus compras para evitar caer en la tentación a la que les someten los supermercados. Shelly Banjo y Sara Germano han observado a los consumidores durante un tiempo y han publicado sus conclusiones en
The Wall Street Journal. ¿Cómo afecta esto a las librerías? ¿Están los lectores reduciendo sus compras de libros y planificando más?
El comprador compulsivo tiene los días contados, aseguran. La industria ya ha acusado el descenso en las ventas e intenta competir con mejores descuentos. Los consumidores se han habituado a consumir menos durante los años de la crisis financiera y la frugalidad persiste aún.
Por otra parte, la venta online parece ser un buen aliado contra los impulsos de compra: en las compras por internet el número de artículos en cada transacción es menor que en la tienda, asegura David Dyer, ejecutivo de Chico’s FAS. Los compradores también pasan menos tiempo en las tiendas de ropa, porque antes han consultado los productos a través de internet y vienen solo a comprar algo que ya han elegido previamente.
El treinta y tres por ciento de las ventas en las librerías las realizan los lectores «promiscuos», aquellos que son grandes lectores y leen más de diez libros al año, explica Txetxu Barandiarán en el texto
Librerías: transitando del soporte a la experiencia y/o de los libros a los clientes, publicado por
Lectyo, la comunidad creada por la Fundación en torno a la lectura donde solo hay que registrarse para participar.
Las preguntas de Barandiarán giran en torno a cómo afectan el comercio online y la crisis económica a estos clientes. También se pregunta si también están reduciendo sus compras compulsivas. ¿Buscan libros en internet antes de comprarlos o siguen ojeando en la librería para descubrir nuevos títulos? –indaga el autor.
Wal-Mart se introdujo agresivamente en el negocio de los comestibles en 1980, esperando atraer a los compradores que compran otros productos a buenos precios, como ropa y juguetes. Pero esta fórmula está ahora amenazada. Las familias planifican las comidas y van a comprar con una lista de productos cerrada.Todo aquello que no está en la lista no estará tampoco en el carrito de la compra.
Wal-Mart y otros minoristas están reaccionando a la planificación de las familias: emparejan los productos que están relacionados —por ejemplo, la leche y el café— e invierten en el comercio electrónico y las tiendas más pequeñas, que se adaptan a un tipo de comprador más específico. Lo que queda en el aire es saber si estas técnicas tendrían éxito en la venta de libros.