La adquisición y el préstamo de libros electrónicos en las bibliotecas públicas deberían tener el mismo impacto financiero en la industria editorial que el préstamo bibliotecario de libros impresos. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado el autor Jonathan Chambers en un informe sobre la rentabilidad de los préstamos de libros electrónicos realizado para Library Renewal, un grupo sin ánimo de lucro que persigue crear una infraestructura para la adquisición de materiales electrónicos que selle la brecha abierta entre editores y bibliotecas.
Chambers sostiene que actualmente lo informes sobre el préstamo de libros electrónicos en las bibliotecas públicas podrían llevar a pensar al observador ocasional que las bibliotecas públicas pueden suponer la muerte de las editoriales, o que los libros electrónicos pueden provocar la muerte de las bibliotecas públicas, o ambas cosas a la vez. Sin embargo, el autor afirma en su informe que el préstamo de libros electrónicos no debería ser diferente al impacto económico que en la industria editorial supone el préstamo bibliotecario de libros impresos.
Entre las conclusiones del artículo de Chambers se pueden destacar las siguientes consideraciones:
- El precio por sí solo no es un factor para establecer el valor de un libro electrónico o de cualquier otro artículo que adquiere una biblioteca para beneficio de sus usuarios. Chambers estima que un parámetro mejor para medir este valor es el precio o coste de la circulación de libros. Según datos proporcionados por bibliotecas, Chambers estima que se puede comparar la economía de la adquisición y préstamo de libros electrónicos con la adquisición y préstamo de otros materiales de la biblioteca.
- Para bibliotecas y editoriales la rentabilidad del préstamo de libros electrónicos no es ni mejor ni peor que la del préstamo de otros materiales bibliotecarios. El autor señala que además de los gastos de adquisición, los cargos de alojamiento en OverDrive, 3M o Adobe, añaden más gastos al préstamo de libros electrónicos, pero éstos podrían ser comparados con los costes de circulación, mantenimiento y préstamo que generan los materiales impresos.
- Bibliotecas y editoriales deben trabajar en un proyecto conjunto, al igual que se debería establecer un mercado electrónico para la venta de licencias de eBooks a las bibliotecas. Según opina Chambers, la eficiencia económica no significa que los titulares de los derechos de autor perciban menos dinero. De hecho, el autor opina que el acuerdo económico entre los titulares de los derechos de las obras y las bibliotecas debería ser equivalente al de los libros impresos y otros materiales, ni mejor ni peor.
- Las bibliotecas públicas no deberían aceptar los acuerdos vinculantes entre la adquisición de los libros electrónicos y la plataforma de alojamiento de contenidos. Chambers sostiene que al comprar un libro electrónico a través de una plataforma, como Amazon por ejemplo, el libro se encuentra en un servidor de Amazon y funciona solo a través de una aplicación o dispositivo de esta empresa. El autor afirma que las bibliotecas, como instituciones públicas que son, están gastando recursos públicos en material que está “encerrado” en un único sistema de alojamiento y, por tanto, este material se pierde si se decide cambiar de sistema de almacenamiento. Chambers mantiene que las bibliotecas públicas no deberían seguir tolerando estos acuerdos.
- Las bibliotecas públicas deberían financiar esfuerzos para construir y mantener una biblioteca dirigida, con un sistema de gestión en código abierto (open source), con una plataforma de alojamiento y un mercado electrónico para la adquisición directa de licencias de libros electrónicos.
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