Las editoriales necesitan producir best sellers de calidad y desarrollar al mismo tiempo una estrategia digital con visión de futuro, ya que lograr ambos objetivos será fundamental para asegurar sus ganancias y su supervivencia. Es lo que opina el periodista Brian Lau en un artículo para el diario económico The Business Spectator.

Lau comienza su artículo con una rotunda afirmación: la industria editorial de libros impresos está en declive. Y como ejemplo de esta aseveración muestra el caso concreto de Australia, su país de origen. Según datos de facilitados por la empresa Nielsen BookScan, revela Lau, las ventas de libros impresos en este país cayeron un 12,6 por ciento hasta situarse en los 1.078 billones de dólares en 2011. Esto siguió al descenso del 4 por ciento registrado en el año anterior, que se situó en 1.213 billones de dólares.

El periodista afirma que esta tendencia se prevé que continúe a medida que las ventas de libros en línea y los libros electrónicos autoeditados sean más frecuentes. Asimismo, afirma, de acuerdo con las cifras de ventas no auditadas de Amazon en el Reino Unido, por cada 100 libros físicos vendidos, los lectores descargan 114 eBooks.

Lau sostiene que las editoriales nacionales y extranjeras han tomado nota de este cambio aprendiendo a aceptar el contenido digital. Así, afirma, el gigante editorial Bertelsmann ha dado un paso firme hacia esta tendencia y, gracias a su creciente venta de libros electrónicos, ha hecho crecer sus ingresos globales en un dos por ciento durante el 2011.

El periodista asegura que los editores creen que su ventaja competitiva se basa en la producción de best sellers bien escritos. Así, según una fuente de la industria, las editoriales destacan el valor de sus habilidades en la edición, la promoción y la capacidad de filtrar material, y las consideran un valor añadido en comparación con el planteamiento irregular y fortuito empleado por muchos autores autopublicados. Estos autores, afirma Lau, descubren a menudo que su material carece de la credibilidad que conlleva estar vinculado a una editorial. Al optar por presentar su trabajo a través de una editorial, sostiene el periodista, los autores ven sus obras comercializadas directamente al público que desean.

Consecuentemente, asegura Lau, las editoriales están asumiendo el reto de moverse en línea y hoy las copias impresas de libros es poco probable que se publiquen sin el correspondiente libro electrónico o sin la versión en pdf de las mismas.

En opinión del periodista, los editores han reconocido la relación entre la rentabilidad y la comodidad. Así, revela, los modelos en línea ofrecen a los suscriptores de eBooks la posibilidad de crear una biblioteca de títulos en sus tabletas. El desafío, declara Lau, consiste en convencer a los lectores que se han acostumbrado a conseguir contenido gratuito de que ahora deben pagar por ello.

Asimismo, el autor revela que hay indicios de que los consumidores están empezando a comprender que los buenos contenidos tienen un precio, incluso si se ofrecen en línea de forma fácil. Y como ejemplo el autor señala el caso del diario británico The Times, que registró una caída del 87 por ciento en las visitas a su página web después de que estrenara su sistema de pago. Según establece Lau, esta tendencia está revirtiendo lentamente después de que el periódico registrara un crecimiento del 7,5 por ciento en las suscripciones digitales entre septiembre de 2011 y enero de 2012.

Por otra parte, Lau asegura que, puesto que la proliferación de libros electrónicos ha supuesto la desaparición del número de intermediarios entre los editores y los lectores, las editoriales intervienen cada vez más en los aspectos relacionados con la venta de sus libros.

De hecho, afirma, la editorial estadounidense Macmillan lidera este traspaso de poderes al dictar el precio de venta al público de sus libros.

Asimismo, asegura Lau, la asunción de las redes sociales también ha permitido a las editoriales obtener información valiosa sobre lo que quieren realmente sus lectores. Así, la utilización de cuentas de redes sociales, gestionada por empleados especializados, ha proporcionado a las editoriales información inmediata y relevante. Esta práctica, sostiene el periodista, permite a las editoriales centrarse en las necesidades y deseos de sus mercados potenciales.

Como conclusión, Lau sostiene que para asegurar la supervivencia de las editoriales es fundamental que estas sepan convertir a sus lectores en línea en suscriptores. Si este cambio realmente beneficia a los lectores, afirma, es todavía una historia en desarrollo.