La batalla entre Amazon, la mayor librería del mundo, y Hachette, uno de los mayores editores, es sobre la negociación del próximo contrato, que se producirá en 2015, y que además puede influir en el futuro de las ideas.
Esta es la opinión de Jeremy Greenfield que expresa en un extenso análisis publicado en The Atlantic. Greenfield, responsable del contenido editorial en DigitalBookWorld.com, alude a la disputa que se ha generado después de que Amazon, empezara a marcar como no disponibles durante al menos dos o tres semanas muchos libros publicados por Hachette Book Group.
Greenfield afirma que la negociación de un contrato entre un proveedor y un distribuidor rara vez salta a la prensa, y las características específicas de éste –el descuento sobre el ebook y el margen de beneficio de Hachette– no son más interesantes o importantes que muchos otros que atraen mucha menos atención. "En este caso –afirma Greenfield–, no se trata del precio de los televisores de pantalla plana o cómo las exponen en las tiendas lo que está en juego: es el futuro de las ideas en América".
El editor informa que según algunas estimaciones, Amazon controla alrededor del cincuenta por ciento de todas las ventas de libros –físicos y electrónicos– en los EE.UU. En la última década, la compañía ha aumentado de forma constante su cuota de mercado, a costa de Barnes & Noble (que se ha contraído) Borders (en quiebra desde 2011), y de las librerías independientes (unas 2.000 de las casi 7.000 que había a mediados de la década de 1990).
Explica que en los próximos dos años, Amazon y sus competidores deberán renegociar los contratos con todas las editoriales más grandes del mundo y en 2015 la ley les permitirá negociar nuevamente el precio de los libros electrónicos. "Amazon probablemente no quiere esto –afirma Greenfield– y, por lo visto, incluso está dispuesta a incomodar a sus propios clientes en el corto plazo para asegurarse resultados a largo plazo".
A su juicio Amazon está dispuesta a ir "tan lejos como empujar a los clientes hacia sus competidores para ganar esta batalla". Cree que hay dos cuestiones importantes en juego. La primera el precio de los libros, en especial los electrónicos. Amazon quiere seguir controlándolo y ofrecer el descuento que quiera a los consumidores; Hachette, por su parte, probablemente quiera dejar abierta la posibilidad de volver a su esquema de precios anterior en 2015.
La segunda cuestión en la negociación es lo que se conoce en la industria de la edición de libros como "co-op". Es una forma de marketing: las editoriales pagan a los minoristas para asegurarse de que los clientes ven sus libros en las tiendas. Por ejemplo, cuando se ve la portada de un libro en un estante de la librería y no en la mesa de novedades, no es casualidad. Amazon quiere que Hachette pague más por la colocación en su sitio web. Mediante el pago de una tasa más alta de co-op, Hachette esencialmente estaría transfiriendo parte de su margen de beneficios a Amazon.
Aunque Greenfield asume que "como casi todas las disputas de negocios, esta es por el dinero" afirma que "en última instancia, se trata de mucho más que eso".
En resumen, si los libros son considerados una mercancía más, aquellos que requieran más inversión, que no sean exactamente bestsellers, o no ficción o de autores minoritarios, irán perdiendo oportunidades o dejarán de publicarse, y esto –en opinión de Grrenfield– en última instancia, atenta contra la pluralidad de las ideas. |