El autor e ilustrador de literatura infantil Javier Sáez Castán encuentra “chocante” que se considere los libros electrónicos como un simple contenedor de palabras. “Es una reflexión con la que no estoy de acuerdo –dice– porque es como si el futuro y toda esta apropiación tecnológica nos devolviera a la parte oral, es decir el libro simplemente como una voz que te habla en silencio”. Estas reflexiones las hizo después de participar en una sesión de “Encuentros con autor” organizada por el Centro Internacional de Literatura Infantil y Juvenil (CILIJ) de Salamanca dentro del Programa Escuela que viene realizando desde hace más de veinte años.
Sáez Castán nació en Huesca, en 1964, y es licenciado en Bellas Artes en la especialidad de Dibujo por la Universidad Politécnica de Valencia. Ha realizado trabajos como ilustrador para la Universidad y el Ayuntamiento de Alicante, las Consellerías de Educación y de Agricultura de la Generalitat Valenciana y la Diputación de Guipúzcoa y para distintas empresas de publicidad pero en la actualidad se dedica a escribir e ilustrar cuentos.
“Para mí el libro como objeto es casi una escultura: tiene una presencia y unas posibilidades de lectura que van más allá del simple contenido”, subraya Castán, creador de un libro como Animalario Universal del Profesor Revillod, en el que a partir de una serie de animales reales, de naturalistas como Plinio el Viejo, Linneo o Bufffon, el lector puede crear hasta 4079 animales más o menos fantásticos combinando las tres partes en las que está dividida la lámina.
Este libro recibió el Premio al Libro Mejor Ilustrado de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de México 2004 y Saéz Castán, entre otros numerosos premios y reconocimientos, ha estado nominado para el premio Astrid Lindgren 2011.
“Yo no entiendo los libros que hago o que miro como un contenedor de palabras –subraya–, pues como autor de álbumes, es decir de libros ilustrados, mantiene una relación con el libro como objeto. “Soy autor, soy ilustrador –dice–, manejo el libro como un dispositivo teatral, como una escenografía”. Confiesa que siempre piensa en el lector, que se va a encontrar con imágenes, con texto y va a interactuar de una forma compleja, avanzando, retrocediendo.
En su opinión, el libro electrónico viene a ampliar el objeto libro aunque afirma que si tuviera que desarrollar su trabajo en ese soporte primero debería “interpretar ese contenedor, ese receptáculo y hacer un libro adaptado a ese medio” aunque cree que perdería la referencia material del papel, la percepción sensorial, “con toda la lectura que nos ofrece un objeto” y siente que tendría que hacer un ejercicio de renuncia al libro en cuanto objeto. “No sé cómo sería –dice–, pero seguramente algo diferente a todo lo que hecho hasta ahora”.
Más información sobre este autor y su obra está disponible en la página del Servicio de Orientación de Lectura, SOL, la iniciativa de la Federación de Gremios de Editores de España, desarrollada con la Fundación Germán Sánchez Ruipérez y con la colaboración de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura.
|