La quiebra de la cadena de librerías Borders es un acontecimiento cuyas consecuencias para el comercio global del libro es prematuro evaluar, aunque hay quienes lo perciben como una muestra del cambio estructural que se avecina y a otros les inspira ideas para la supervivencia.
Al menos es la opinión de Philip Downer, ex jefe de Borders para el Reino Unido, que no hace mucho se refirió a la posibilidad de que la muerte de las librerías a causa de la recomposición del sector acabe golpeando a los editores.
Philip Jones, habitual articulista de FutureBook, a cuenta de las declaraciones de Downer, señala lo extraño que resulta los libreros estén sufriendo tanto mientras los editores están logrando "abultadas ganancias con la venta de eBooks". Para Jones es todavía más asombrosa la sensación de que los editores simplemente "se han lavado las manos" sobre una situación que se veía venir, y que siempre se ha comparado con la industria de la música que al final ha acabado "subsumida en las manos de cuatro empresas".
No obstante, Jones señala que no está seguro de que Downer tenga toda la razón pues, a diferencia de la industria de la música, los editores de libros "no han perdido el control de sus productos en favor de los piratas y se han adaptado bien a la tecnología digital cuando tenían que hacerlo". Pero tampoco piensa que Downer esté completamente equivocado porque "algunos editores claramente no van a sobrevivir al cambio".
En ese sentido Jones se pregunta "cuánto lamentarán los editores el talento que se está perdiendo en el sector" teniendo en cuenta el valor añadido que los libreros aportan al sistema al hacer de "Celestinas" entre los libros y sus lectores, sin ir más lejos.

Según el columnista, lo mismo está ocurriendo en los Estados Unidos, donde el editor digital Richard Nash ha dicho que "podríamos pensar que los vendedores de las librerías son solamente zánganos mal pagados, pero la realidad es que la mayoría de la gente que trabaja en las librerías lo hace porque ama la lectura y la escritura".
Según Nash, los empleados de Borders del pasado y del presente podrían formar parte de un sistema emergente de apoyo a la lectura y la escritura ya sea en nuevas librerías o en proyectos en línea, operando como "Celestinas" del ecosistema del libro". A Jones esto todavía le choca, pero le parece correcto lo que dice Nash acerca de que tiene que surgir un nuevo sistema para que las librerías no sean el último eslabón de la cadena que desaparezca.
Otra propuesta que ha impresionado a Jones fue la que lanzó el editor y distribuidor independiente Don Linn junto con el veterano editor Jack McKeown, en el sentido de que ambos hacían un llamamiento a la creación de un Banco Nacional de Desarrollo de Librerías para financiar la apertura de nuevas librerías independientes. Linn y McKeown han dicho que si las partes interesadas como American Booksellers Association, sus delegaciones regionales, Ingram, Baker & Tayor y los editores más importantes han estado esperando el momento adecuado para invertir en la formación de nuevas librerías independientes "ese día ha llegado".
No cabe duda de que estamos viviendo un proceso que ya muestra sus efectos sobre el tejido librero. En los países europeos estamos acostumbrados a ver a las librerías como un elemento sustancial del paisaje del libro y nos resistimos a imaginar unas calles sin librerías. En España las librerías son el principal canal para la venta de libros y este dato debe permitir entender el peso que el subsector librero tiene para la industria editorial. En el marco de estas consideraciones nos parece que una de las preguntas oportunas a realizar es la referida a lo que ha ocurrido con todos los lectores que acudían a comprar sus libros a Borders ¿Dónde están? ¿Todos ellos siguen acudiendo a otras librerías o se ha perdido una parte para el ecosistema del libro?
El artículo completo (en inglés) puede consultarse en este enlace.
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