Gonzalo Oyarzun, subdirector de Bibliotecas Públicas y coordinador del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas de Chile, considera que uno de los desafíos de las bibliotecas es conseguir que los libros lleguen adonde están los lectores, siguiendo el concepto de construir "bibliotecas sin muros" acuñado por la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA).
En una entrevista que publica la revista argentina de literatura infantil y juvenil Imaginaria, Oyarzun señala que, de acuerdo con la IFLA, la biblioteca no puede circunscribirse a un espacio cerrado sino que tiene que salir al encuentro de sus lectores. Explica que por esa razón, en Chile se puso esa idea en práctica tanto a través de cajas viajeras, préstamos en ferias callejeras, como con los bibliobuses o el Bibliometro, una experiencia que han exportado, por ejemplo, a España.
El bibliotecario señala que "la biblioteca sin muros es hacer accesible la enorme colección de libros que tenemos disponible" para lo que hay que tener en cuenta que las bibliotecas funcionan en horarios y espacios muy tradicionales que por lo general coincide con que la mayoría está trabajando. "Necesitamos que los libros lleguen a los sindicatos, a las oficinas públicas, que lleguen adonde está la gente que quiere leer y que muchas veces no tiene acceso a los libros".
En ese sentido, expresa su convencimiento de que lo importante "es construir el usuario de biblioteca" ya que éste lo seguirá siendo en cualquier formato. Muchos usuarios de Bibliometro no eran socios de las bibliotecas pero luego se hicieron, para utilizar otros servicios disponibles.
En la entrevista Oyarzun se refiere, entre otros temas, a la necesidad de "desescolarizar" la biblioteca pública y "lecturizar" la biblioteca escolar. Explica que a su juicio hay que sacar a los escolares de la biblioteca pública y llevar a los niños allí, es decir que sean los niños los vayan a la biblioteca a leer y no los estudiantes a hacer los deberes.
"Las funciones escolares deben quedar en la biblioteca escolar y allí, además de estudiar y hacer las tareas, los niñios deben leer" –subraya.
Considera que el problema cosiste en que "en la escuela no se lee: ni los profesores ni los bibliotecarios leen y después nos preguntamos por qué los chicos tampoco lo hacen". Añade que "muchas veces la única lectura de la escuela es la obligatoria, donde hay que interpretar cuál es el personaje principal y luego subrayar verbos o sustantivos. Ese capítulo se llama 'Cómo matar la lectura' " –enfatiza.
"La idea –aclara– es que tengamos bibliotecas escolares abiertas a la comunidad, para que los chicos puedan estudiar allí y también leer. Eso puede potenciar el fomento de las lecturas y de las bibliotecas si tenemos a un mismo tiempo bibliotecas escolares fuertes, promotoras de la lectura, junto con bibliotecas públicas, que ya son promotoras de la lectura por sí, que puedan articular una suerte de trabajo".
Oyarzun cree que "esta articulación podría ser muy interesante y nos permitiría ahorrar recursos, porque generalmente las bibliotecas públicas terminan comprando libros que les piden a los niños en la escuela porque en las bibliotecas escolares no están".
La entrevista completa se puede leer en la página web de Imaginaria.
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