Para Mike Shatzkin, experto en el análisis del cambio digital en la industria editorial, puede ser "un sabio movimiento" la decisión de la cadena de librerías Barnes & Noble de no vender libros de la rama editorial de Amazon, a la que se han unido la canadiense Índigo y Books-A-Million la segunda red de librerías de los EE.UU.
En su última columna Shatzkin ha escrito que, como si de una partida de ajedrez se tratara, la actuación de Barnes & Noble le parece un movimiento correcto, ya que a su entender actualmente Amazon, después de haber fundado su propia unidad editorial, está inspirando temor en la industria al captar a las grandes celebridades que con sus superventas subsidian a los autores menos populares de las otras editoriales.

El analista comenta que el día que Barnes & Noble anunció que no vendería los libros de Amazon, un periodista lo llamó para pedirle un comentario. Este reportero esperaba que Shatzkin castigara a Barnes & Noble por su miopía. “Creo que se sorprendió cuando le dije que pensaba que la política tenía perfecto sentido estratégico para ellos”.
Según el columnista, el fondo del asunto es que a medida que aumenta el poder de Amazon para contratar libros al margen de las grandes editoriales, los minoristas, que dependen del movimiento creado por las novedades, sufren junto con los editores. Shatzkin cree que Barnes & Noble vio –y también Índigo, y Melville House, y Books-A-Million– que Amazon quería la distribución en librerías para poder publicar más títulos directamente. Aun cuando esos títulos estén a su disposición, sienten que su enemigo se fortalece si ellos tienen en stock los libros de Amazon.
Shatzkin justifica la decisión de Barnes & Noble, que le parece “correcta para ellos” puesto que “la mayoría de los clientes habituales de las librerías no se sorprenderán realmente si cualquier tienda en particular no tiene algún libro en particular”. De hecho –añade Shatzkin– la imposibilidad de disponer de todo lo que cualquiera pudiera pedir en una tienda es parte de la razón de que la venta de libros en línea sea un servicio útil.
A esta altura –señala– la mayoría de las personas que quieren un libro en particular no van a la librería a comprarlo, sino que lo compran por internet. Según el analista, la gente va a las librerías a revolver, a curiosear y elige entre lo que hay en la tienda. “Así que, sí, es posible que algunos clientes queden decepcionados si Barnes & Noble no tiene uno de los títulos bandera de Amazon, pero no creo que la decepción será generalizada”.
También señala que muchos autores y agentes que podrían haber considerado hacer un contrato de edición con Amazon tendrán que pensárselo dos veces si saben que muy pocas librerías van a tener los libros de la empresa de Seatle. Shatzkin reconoce que Amazon puede hacer algunas cosas notables para vender libros a su gigantesca base de datos de clientes en línea y cree que eso no va a cambiar.
Sin embargo señala que la exhibición de los libros en las librerías todavía alimenta la vanidad y tiene aspectos prácticos, algo que todavía consideran indispensable, muchos autores y agentes que de otra forma podrían haberse dejado seducir por la nueva chequera más grande del país.
Entre otras consideraciones, Shatzkin piensa que esta decisión táctica no va a cambiar el curso general de la historia, pero cree que lo que ha hecho Barnes & Noble (y los minoristas que lo han seguido) en realidad “es perfectamente razonable, visto desde la perspectiva de su propio interés”.
El artículo completo puede leerse (en inglés) en este enlace.
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