La empresa de comunicación estadounidense de reciente creación Journatic, se ha visto involucrada en un caso de falsificación de autorías en alguno de los contenidos que ha publicado. Algunos críticos han calificado esta práctica periodística de pink slime [baba rosa -subproducto cárnico de baja calidad-]. El periodista Mathew Ingram ha publicado un artículo en GigaOm, en el que explica de dónde viene todo este revuelo y defiende la idea de un cambio de modelos y formatos en los medios de comunicación para manejar la información en esta nueva era.
Journatic es una empresa de información con sede en la ciudad estadounidense de Chicago, que fundó el periodista Brian Timpone para ayudar a que los proveedores de información que cubren noticias locales o de la comunidad realizasen su trabajo de una manera más eficiente. Esta compañía cuenta con empleados en plantilla y trabajadores independientes, los cuales producen el contenido a partir de datos públicos disponibles.

La empresa se vio envuelta en todo un revuelo de críticas, después de que un empleado de Journatic confesara en un programa de radio estadounidense que utilizaba de forma habitual la técnica de “la falsificación de autorías”, para algunos de los contenidos que había proporcionado a medios de comunicación con The Tribune.
El fundador Brian Timpone explicó a Ingram que estas autorías “manufacturadas” sólo se empleaban en las historias que provenían de una empresa “hermana” llamada Blockshopper, la cual añadía datos a las noticias sobre las ventas de bienes raíces en varias comunidades, pero no a historias periodísticas que se proporcionaban a los medios. “Se ideó esta práctica para hacer que el contenido se asemejase a un artículo al más puro estilo tradicional –aclara–, ya que la compañía pensaba que era lo que querían los periódicos”. Timpone acabó reconociendo a este periodista que esta práctica había sido un auténtico error.
John Bethune, un blogger especializado en la industria periodística, señaló que el error de esta acción radicaba en el deseo de hacer que los contenidos que provenían de una compañía como Blockshopper parecieran noticias con las que los directores de los periódicos y los lectores estuviesen familiarizados. “En otras palabras –añade Bethune– un artículo periodístico tradicional, con el nombre de un autor en la parte superior”.
Pero la mayoría del contenido que proviene de Blockshopper y Journatic no se ajusta al modelo tradicional, explica Ingram. En lugar de ser un artículo que produce una única persona, hay toda una amalgama de datos y contribuciones provenientes de distintas fuentes.
Mathew Ingram cree que lo verdaderamente importante de este modelo es observar si algo en él merece la pena mantenerse y si está proporcionando un servicio valioso para los lectores. “¿Le interesa verdaderamente a los lectores saber quién ha escrito el post sobre el estudiante de secundaria que ha ganado un premio o sobre la venta de una propiedad? No lo sé” –dice–.
Richard Gingras, director de productos de noticias de Google, cree que muchos de los modelos de los que siguen dependiendo periódicos y otros medios de comunicación, están retrocediendo a los tiempos del formato impreso. A esta opinión también se suma el teórico en medios de comunicación Jeff Jarvis, quien opina que se necesitan diferentes esquemas y formatos para manejar la información de manera inteligente, ya sea con herramientas como Storify o nuevas formas de agregación y filtrado de datos, con el único fin de que esta acabe siendo significativa.
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