¿Cómo podría definirse el concepto de libro hoy? Desde la aparición de las primeras plataformas electrónicas, hasta los libros digitales que se encuentran en el mercado, la evolución de este objeto ha sido grande y vertiginosa. Pero quizá en este propósito de crear el “nuevo libro”, se ha generado algo totalmente distinto, en opinión del escritor François Joseph de Kermadec que se plantea estos interrogantes en un artículo publicado en O´Reilly TOC.
Una de las dudas que expone Kermadec en el artículo, es esa pregunta del millón de dólares que desde hace tiempo se plantea todo el mundo: ¿dónde termina el libro y comienza la aplicación?

Hay editores que en su empeño por mejorar el libro han ido añadiendo ilustraciones que atrapan, mejoras para realizar una navegación más intuitiva y un contenido actualizado. Pero en opinión del columnista, estos cambios afectan la esencia misma del objeto en cuestión; el libro: “[afecta a] su capacidad para mantenerse en el tiempo, a su construcción fundamentalmente lineal y sobre todo al esfuerzo mínimo que supone desbloquear todos sus beneficios a través del poder de la visualización.”
Los ebooks hoy –continúa–, son muchísimo más accesibles y dejan poco margen a la imaginación. Tiene poco en común un texto empaquetado que permanece en el tiempo y que evoca imágenes potentes con una presentación interactiva que ofrece contenido al minuto, que nos abastece de imágenes, sonidos y distintas experiencias según nos adentramos en ella. “Creo que hemos estirado el concepto libro más allá de la misma palabra” –afirma.
Aunque confiesa no estar en contra de los libros electrónicos, cree que se le está haciendo un flaco favor tanto al elemento tradicional como al nuevo al agrupar a ambos bajo el mismo término. Estos nuevos dispositivos, concluye Kermadec, son algo emocionante que pueden iniciar una auténtica revolución en la forma de aprender, de compartir y de enseñar, pero no son en absoluto el “libro de ayer”.
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