Carolyn Reidy, directora ejecutiva de Simon & Schuster, manifestó que las editoriales deberían trabajar más duro y no poner freno a algo tan inevitable como el progreso. La pregunta no es si la industria editorial sobrevivirá, sino qué se está haciendo para sacar a esta industria adelante –expresó en la última reunión de la Asociación de Editores de los Estados Unidos.

En un artículo publicado en Digital Book World, Reidy invitó a desarrollar un nuevo tipo de conversación sobre el sector editorial. En su opinión, es necesario mostrar qué se hace, cuál es su papel para perpetuar las ideas del mercado, cuánto se invierte en contenido, cómo se ayuda a los autores a crear grandes títulos, cómo se fomenta el estudio en las aulas y se ofrece a los docentes las herramientas necesarias para mejorar su trabajo, y por su puesto, cuál es el trabajo que se realiza en conjunto con la industria tecnológica.
La cuestión, señala Philip Jones en un artículo publicado en FutureBook, es que todas estas ideas que enumera Reidy solo se conocen si se está dentro de la industria editorial. Cuando se produce algún debate en los medios o en internet sobre el sector editorial –comenta Jones– siempre se habla de Amazon o de la autoedición, pero hay otros asuntos de importancia, como por ejemplo la gran cantidad de libros impresos que publican editoriales tradicionales, o el hecho de que el cuarto poder sería un lugar árido si los editores no proporcionaran ideas.
Es raro que el entusiasmo, el compromiso, la pasión y la profesionalidad que se aprecian en la oficina de una editorial se reflejen en un chat en línea –comenta Jones. Las grandes editoriales están recibiendo el mensaje, pero carecen de las habilidades y el lenguaje para participar de una forma que sea verdaderamente significativa.
En la misma línea del discurso de Reidy, Ursula Mackenzie, presidenta saliente de la Asociación de Editores de los Estados Unidos, manifestó hace un año que el sector editorial debía mostrar una actitud positiva hacia el progreso. Para ello, debe facilitar el acceso abierto, la accesibilidad, el préstamo de libros electrónicos, etcétera. Los editores suelen ser los pioneros en estas áreas –continuó Mackenzie– y aceptan el cambio al mismo tiempo que protegen los fundamentos de la empresa y los puestos de trabajo que generan. |