Un estudio publicado en Canadá por People for Education muestra que la gran mayoría de los profesores de secundaria de Ontario utiliza de alguna manera la tecnología digital en el aula, pero todos ellos de formas muy distintas. Por lo tanto, se cree conveniente crear una política clara que regule y garantice una cultura digital ecuánime para todos los estudiantes.

En el estudio se comprobó que un cuarenta y tres por ciento de los profesores utilizaba Youtube como instrumento de enseñanza, un treinta y tres por ciento empleaba páginas web externas y un quince por ciento tenía sus propias webs –según un artículo publicado por Chris Fox en CP24. El empleo de redes sociales, podcast o juegos de ordenador es mucho menor.
En cuanto a los libros de texto y los recursos digitales gratuitos, cada vez hay más maestros que apuestan por estos últimos cuando se les da la opción, y lo hacen un treinta y seis por ciento en escuelas primarias y un veinticinco por ciento de los docentes de secundaria. Pero todavía hay un porcentaje alto de profesores que apuestan por los libros de texto tradicional y otros recursos impresos.
Dada esta situación –continúa el artículo– se recomienda la elaboración de una política que separe los recursos en línea inadecuados y que se establezcan una normas provinciales sobre los libros de texto.
Joanna Cabot advierte en un artículo publicado en TeleRead del peligro que existe a la hora de aplicar este tipo de medidas. Entiende que los profesores necesitan saber qué habilidades deben enseñar y que los padres y alumnos deben conocer las expectativas en las que se espera que trabajen y profundicen. Pero cree que existe un peligro si estas expectativas se fosilizan dentro de reglas y normativas. ¿Qué pasa si aparece una tecnología nueva? ¿Debe de pasarse por alto porque todavía no se ha estudiado a fondo ni se ha regulado? Esta especialista conoce perfectamente –concluye– el “ritmo glacial” al que se mueven las reformas educativas.
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