Sherisse Hawkins, directora ejecutiva de la editorial de reciente creación Beneath the Ink, considera que la inclusión de las nuevas tecnologías en la narración de historias puede añadir otras facetas a la expresión creativa, en un artículo publicado enPublishing Perspectives.
Debido a la aparición de multitud de avances y herramientas de producción, cualquier persona pueda adentrarse en la vocación narrativa –comenta Hawkins– refiriéndose a los cambios en la narración tras la incorporación de la tecnología. El desarrollo de hardware mucho más potentes y el aumento en la capacidad de almacenamiento, han podido afectar en muchos aspectos la forma en la que se pueden contar ahora las historias, pero la experiencia del lector no es muy distinta de la que puede obtener de un libro en papel –asegura.

Esto no quiere decir –señala– que la lectura digital sea mala, es más, la experiencia táctil de un libro impreso ofrece al lector un viaje imaginativo único. Sin embargo –puntualiza– la lectura a través de un eReader podría permitir otra faceta de expresión creativa y esas son las que hay que investigar.
En su artículo, Hawkins analiza lo que ha denominado como “el bueno, el feo y el malo” de la irrupción digital:
- El Bueno: El aumento de dispositivos de lectura y de aplicaciones supone un mayor alcance potencial de lectores y una distribución mucho más rápida, por lo que la lectura digital es conveniente.
- El Malo: La gente piensa que el contenido debería de ser más barato, pero tal y como explica Hawkins, existen casos en los que generar un producto de calidad cuesta mucho más.
- El Feo: Los consumidores no ven la necesidad de pagar por una suscripción Premium. Con la aparición de contenidos autoproducidos y la proliferación de canales en streaming, la industria del vídeo, por ejemplo, ha visto disminuir sus ingresos.
Con respecto a esto último, Hawkins señala que tras mucho tiempo observando el comportamiento de los consumidores en el sector del vídeo, se ha podido comprobar que la gente ha aumentado el consumo de este formato y que si que están dispuestos a pagar cuando los servicios que se les ofrecen son innovadores.
Está claro –concluye– la lectura no es comparable con ver una película o un programa de televisión, entre otras cosas por que el tiempo que se invierte es mucho mayor. Sin embargo, dirigir el enfoque hacia la participación y el deleite de los consumidores es similar a lo que se busca con la emisión de un vídeo, película o programa. En definitiva, habrá que reconocer las necesidades de los consumidores, ser conscientes de que sus hábitos cambian a lo largo de su vida, por lo que la innovación y crear nuevas formas de participación, son medidas básicas.
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