Hay quienes auguran el final del libro, pero Amy Sterling Casil, presidente de Chameleon Publishing, no solo apuesta por su longevidad sino que cree que necesitarán muchos más, aunque eso sí, de mayor calidad. La tecnología está ahí para ayudar a dar forma a esas grandes obras pero no puede reemplazar lo más importante, que es la creación de una obra maestra repleta de grandes contenidos.
Cuando se piensa en la escritura hay quienes creen que para escribir una obra magnífica hay que atravesar condiciones muy adversas. Otros, por el contrario, confían en que por asistir a una masterclass serán capaces de crear un gran libro –comenta esta editora en un post publicado en la página web de Joe Wikert.
De los más de dos millones de libros que se publican cada año, menos de veinte títulos venden más de doscientas cincuenta mil copias. Está claro –asegura Casil– que se tienen más libros que nunca pero no son mejores. Tampoco se cuenta con títulos que satisfagan las necesidades de todos los posibles lectores de hoy y ni mucho menos, las de los lectores del mañana.
La innovación no tiene nada que ver con la cantidad de un producto o la facilidad para poder encontrarlo. Tampoco tiene relación con un determinado dispositivo. La tecnología según Michael Shrugged, experto en innovación en el MIT, es una inversión en lo que el cliente verdaderamente quiere, necesita o necesitará.
Según los últimos estudios realizados en los Estados Unidos, alrededor del veinte por ciento de los norteamericanos compra y lee libros de forma regular, un porcentaje que, como señala Casil, no ha variado mucho en los últimos años, aunque los libros hayan crecido exponencialmente.
Cuando se hace un perfil de los millennials se habla de ellos como unos consumidores en línea que no leen. Pero eso no es verdad –asegura esta editora–, ya que los jóvenes entre 18 y 30 años leen más y más a menudo que cualquier otro grupo de edad. A esto hay que añadir que prefieren los libros en papel a los electrónicos por razones de calidad, de experiencia de usuario y por el beneficio personal que les aporta la lectura.
Los libros todavía se hacen y se venden con la misma actitud y enfoque que en el pasado. En estos momentos lo que hay que averiguar es lo que los consumidores quieren en estos momentos y parece claro que los jóvenes lectores de hoy son personas abiertas al cambio y a la diversidad. Se anima a los jóvenes a participar de forma equitativa en la escuela, a aprender formando parte de un equipo de colaboración y a expresar los pensamientos abiertamente.
Ese conjunto de lectores habituales de libros electrónicos no quiere un texto plano sin más en la pantalla de su dispositivo, ni está interesado en que se le cuente las mismas historias con pequeñas variaciones. Quizá –añade Casil– esta sea una de las razones por las que los lectores más jóvenes prefieren los libros en papel. Los libros deben diseñarse con los lectores en mente, los cuales no quieren formatos planos basados en HTML, ni una obra con un número limitado de páginas impresas para ahorrar unos cuantos céntimos
Esta editora termina su artículo exaltando su amor a las palabras, las ideas y los libros pero sin pensar en el ayer, ni en el hoy, sino centrándose en crear los libros de los escritores y lectores de esta era.
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