Las promesas y los peligros que conlleva la creciente presencia en nuestras vidas de los libros enriquecidos y las aplicaciones para los dispositivos electrónicos son motivos de reflexión para John Dupuis, jefe de la Biblioteca Steacie de Ciencia e Ingeniería, de la Universidad de York, Toronto, Canadá.
Dupuis si bien declara escéptico, asegura que no se propone demonizar a los desarrolladores de aplicaciones ni a los autores de los libros que las emplean. En todo caso señala que sus prevenciones no van contra los propios autores, editores o desarrolladores, que están actuando en defensa de sus intereses. Su problema –admite– es contra el ecosistema que está surgiendo al calor de multitud de acciones egoístas, aunque advierte que pretende no hacer generalizaciones.

El científico canadiense señala que su esperanza reside en que la gente dedicada a la producción de apps llegue a pensar en las desventajas, quizá ocultas, de ese modelo para la distribución y rentabilización de los eBooks.
Entre otras inquietudes, Dupuis hace notar que en las bibliotecas existen libros editados hace cientos de años que todavía son tan legibles como cuando fueron impresos, algo que los desarrolladores de apps no pueden garantizar para el futuro. Quien compra una app realmente no la posee en el sentido cabal del término, tampoco puede venderla, prestarla, donarla o compartirla (como podría hacerse con cualquier libro impreso).
Además, señala Dupuis, la aplicación puede estropearse y ser inservible para su "propietario" en cualquier momento debido a una actualización del sistema operativo o si algún elemento on line deja de funcionar. Tampoco está claro que las apps puedan utilizarse en los nuevos dispositivos o las nuevas plataformas que seguirán creándose en el futuro.
Por tanto, Dupuis declara que le gustaría, entre otras cosas, que en el nuevo ecosistema del libro los contenidos tuvieran una cierta garantía de independencia de los soportes, para lo cual propone desarrollos basados en estándares como html5.
También apuesta por la posibilidad de que se garantice su archivo y conservación mediante entornos basados en estándares.
Por otra parte, aboga por la creación de un modelo de compra de eBooks para las bibliotecas que tenga en cuenta los presupuestos de estas así como los ciclos presupuestarios.
Asimismo reclama el reconocimiento de la necesidad de que los eBooks formen parte de un patrimonio cultural común y abierto de la misma forma que lo han sido los libros impresos puesto que pueden hacerlo por caminos que los libros impresos nunca pudieron.
El artículo completo puede leerse en este enlace.
|