La impresión bajo demanda puede ser una nueva amenaza para el esquema editorial tradicional. Además de la lucha vigente entre editores y Amazon por los precios de los libros electrónicos, hay otra cuestión sobre la que no están de acuerdo y que al parecer, nadie da nota de ello: la impresión bajo demanda. La revista semanal de negocios estadounidense Bloomberg Businessweek llama la atención sobre el segundo "round de este combate" y a su vez Chris Meadows lo hace en un artículo publicado en Teleread, en donde recoge opiniones y analiza la situación.
Hace ya tiempo que Amazon ofrece este servicio de impresión bajo demanda, sobre todo a empresas pequeñas e independientes o de autoedición, comenta Medows. Pero advierte el analista, que la tecnología ha mejorado considerablemente en los últimos años y en ocasiones es difícil saber qué libros se han impreso bajo demanda y cuáles pertenecen a las grandes tiradas de libros de bolsillo.
Según este periodista, el problema radica en que a Amazon le gustaría ampliar su campo de acción en la impresión bajo demanda, con el objetivo de poder imprimir títulos del fondo editorial de los principales editores y así reducir los costes de inventario y almacenamiento.
Pedir a los editores que se pasen a la impresión bajo demanda es en gran medida como tomar el control del negocio, comenta Shatzkin: “Se añade un margen de beneficio, pero también se debilita el resto del universo editorial”.
Bloomberg señala que los editores se han gastado fortunas en construir la infraestructura necesaria para almacenar y enviar libros impresos. Si se decantasen por la impresión bajo demanda, añade Meadows, causarían un trastorno importante en su negocio. Ya es sabido -continúa el artículo- lo que opinan los consumidores sobre el precio que deberían tener los eBooks, basándose en que los materiales electrónicos no se almacenan ni envían de forma convencional, por ello, apunta Chris Meadows: “Si los editores empleasen este modelo de POD (Impresión bajo demanda) para reducir los costos de las infraestructuras, no hay duda de que los consumidores pedirían definitivamente que los eBooks costasen menos que los impresos”.
Amazon no es la única que está teniendo problemas, explica Meadows; la compañía On Deman Books sólo ha podido convencer a HarperCollins -una de las seis más grandes- para que deje añadir algunos títulos de su fondo editorial al catálogo. Dane Neller, director ejecutivo de On Demand Books, explica cómo el catálogo es amplísimo, pero mayoritariamente de dominio público: “Esa es una de las causas por la que los editores se resisten a alterar su cadena de suministros, pero esperamos y creemos que esto va a cambiar”.
En el caso de la editorial O´Reilly Media, señala Medows que este modelo de impresión bajo demanda supone un importante ahorro que permite contar con liquidez para invertir en I+D o en otros asuntos. Muchos grandes editores, explica el articulista, han optado por retener el dinero que apoya la infraestructura ya existente, para no cambiar el modelo de negocio actual o ceder a Amazon.
Según Medows con la impresión bajo demanda habría muchos beneficios pero los editores prefieren seguir haciendo las cosas como siempre las han hecho.
En definitiva, si con el asunto de la impresión bajo demanda puede desestabiliazarse el esquema editorial actual es porque está basado en el almacenaje y la distribución de libros físicos. Tanto en este caso como en el del libro electrónico se pone en cuestión la importancia y la creación de valor de procesos vinculados a la logística del libro-objeto.
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