La tendencia en la industria editorial apunta a una disolución de las grandes casas editoriales y un resurgimiento de sus sellos como editoriales independientes. Esta es una de las teorías planteadas en la Conferencia de Charleston, celebrada del 7 al 10 de noviembre de 2012, y en cuyo marco editores y bibliotecarios debatieron sobre la transición digital en el acceso a la información.
A raíz de las ideas suscitadas en esta conferencia, cuyo tema central de este año fue ‘El libro y la adquisición de publicaciones seriadas’, el bibliotecario Peter Brantley, director del Bookserver Project en Internet Archive, analiza las nuevas tendencias editoriales y empresariales en un artículo para Publishers Weekly.
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El autor revela que uno de los temas más discutidos en el encuentro fue la reciente creación de Penguin Random House como resultado de la fusión de los dos gigantes editoriales Pearson y Berteslmann. Esta asociación, afirma, es considerada por muchos como una fusión creada por estas empresas con el objetivo de convertirse en brazo armado contra el poder monopólico de Amazon en el mercado y tener así un mayor peso en las negociaciones.
Según sostiene Brantley, una de las críticas vertidas contra esta tendencia fusionadora en la industria editorial es el poco beneficio que puede haber a través de las fusiones y adquisiciones de empresas editoriales cada vez mayores. Ello es debido, afirma, a que los costos de coordinación interna de las grandes empresas crecen más rápido que los beneficios de la eficiencia en la producción.
Asimismo, el autor afirma que en la Conferencia de Charleston se especuló con que inevitablemente se iba a ver una disolución de las grandes casas editoriales y un resurgimiento de sus sellos como editoriales independientes. En la era de la producción en red y la distribución de libros electrónicos, afirma Brantley, el argumento de peso contrario a la consolidación editorial es que ahora es el momento para que editoriales como Alfred A. Knopf y Panthenon se aparten de las casas editoriales megalíticas y reafirmen la independencia editorial y empresarial.
Sin embargo, el autor cree que la oportunidad de resurgir para esas editoriales se ha esfumado. En su opinión esto no se ha debido a los cambios en la calidad de su personal o de sus aspiraciones, sino que es resultado de los cambios a gran escala producidos en la industria editorial.
Brantley declara que una vez que se comience a producir literatura sin las editoriales antiguas, las casas más pequeñas, basadas en estructuras editoriales tradicionales, no van a tener éxito. El autor sostiene que para tener éxito se adoptará un modelo de publicación completamente diferente. Este nuevo modelo, afirma, reconoce que los costes de la producción literaria están cayendo, que la distribución se produce en la red, y que los accesos a las narraciones son cada vez más diversos.
Asimismo, Brantley asegura que tomar decisiones estratégicas sobre la forma organizativa óptima basada en el deseo de lograr una posición de mercado efectiva contra los minoristas dominantes de la industria actual no tendrá éxito. A su juicio, los nuevos modelos de publicación emergentes se van a desarrollar en la periferia de la industria editorial ya existente, a menudo totalmente independiente de ella, y va a suponer la aparición de grandes y pequeñas empresas para producir un amplio abanico de nuevas formas de contenido.
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