A propósito del libro Information Wants to be Shared, del profesor de gestión estratégica Joshua Gans, Joe Wikert, asiduo colaborador de O'Reilly Radar, ha publicado un artículo en el que expone la teoría del préstamo de eBooks y la idea del modelo de suscripción frente a la tendencia equivocada de pretender poseerlos.
En su libro, Gans explica que un correcto enfoque para la venta de libros está muy alejado del concepto de su posesión, y a este respecto cree que dentro de muy poco se echará la vista atrás y se contemplará la tenencia de poseer los libros como una “mera aberración”. El préstamo es, en su opinión, el estado natural de los libros; la consiguiente cuestión a dilucidar es: ¿cuál será el negocio de las editoriales si éste se sustenta en un modelo de préstamo más que en uno de propiedad?

Wikert especula sobre la posible existencia de un Spotify de los libros y cree que sería un modelo que tendría mucho más éxito que la mayoría de los planteados hasta el momento. Este periodista vuelve la vista atrás y se remonta hasta hace tan sólo unos años, cuando no se contemplaba la idea de suscripción de música en streaming, pero hoy no podría asegurar cuándo fue la última vez que compró una canción y en cambio puede afirmar que utiliza Spotify todas las semanas. Por consiguiente, le parece más que obvio que el modelo de préstamo esté cobrando tanta fuerza, en particular en el mundo de la música.
La pregunta que surge en ese momento, expone el periodista, es cómo se podría configurar el tema del precio en un modelo de préstamo de libros electrónicos. En su libro, Gans explica que la respuesta radica en conseguir reunir el suficiente número de amigos, que se agrupen bajo una suscripción y que todos puedan acceder al contenido. Según el profesor, esta es una tendencia que las compañías de telefonía practican bastante. Ofrecen planes para amigos y familia que reducen el precio para comunicarse dentro de los círculos sociales. “Si un periódico adopta la filosofía de compartir la información, debería pensar en términos de clubes y no de individuos cuando contemple la posibilidad de la suscripción” -aconseja.
Gans piensa que la posesión de un libro es un hecho relativamente reciente, antes de que los libros se considerasen bienes compartidos. Es más, continúa, es un error pensar en los libros como objetos cuando en realidad lo que ofrecen es una llamada de atención.
Para finalizar, Wikert añade que lo esperado es que los consumidores quieran poseer sus libros electrónicos de la misma manera que poseían los impresos. Pero el mayor problema con eso, continúa, es que en realidad no son propietarios de ellos, simplemente tienen una licencia para su disfrute; otra razón, concluye, por la que es previsible que se produzca un fuerte aumento en el préstamo de libros electrónicos en lugar de apostar por el modelo de posesión.
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