Cuando se trata de ahorrar dinero, las bibliotecas escolares y su personal son los primeros afectados por los recortes. Eso es lo que la bibliotecaria Anna James denuncia en un artículo publicado en The Bookseller, a raíz del cierre de bibliotecas en el Reino Unido. Considera que es "una auténtica lástima", si se tiene en cuenta el potencial que tienen para cambiar la vida de las personas pertenezcan al estrato social que pertenezcan.

Las bibliotecas escolares –informa James– proporcionan un espacio físico para los niños en el que tienen acceso libre a los libros, a la información y ahora también a la tecnología. Éstas se encuentran a merced de sus escuelas, de la misma manera que el Sistema de Bibliotecas Escolares (SLS) se basa en la financiación y en el apoyo de las instituciones locales.

Cuentan con presupuestos pequeños y a menudo dependen del SLS para poder mantener sus colecciones, organizar formaciones y conseguir recursos. El cierre de este sistema limita el número de niños a los que se les puede ayudar. “Un gobierno que se niega a tener responsabilidad legal en relación a las bibliotecas escolares demuestra la falta de valor que concede a las artes” –afirma James.

Las bibliotecas escolares –subraya– abren las mentes, los ojos y los corazones, pero necesitan del apoyo de las escuelas, de los consejos y muy especialmente del gobierno. El día en el que desaparezcan las bibliotecas escolares, debido a los recortes, nos daremos cuenta de lo que hemos perdido –concluye.