A raíz del escándalo suscitado a partir del experimento llevado a cabo por Facebook entre sus usuarios, John Naughton reflexiona en un artículo en The Guardian sobre la falta de ética de las grandes empresas y lo poco que estas políticas deben sorprender a sus usuarios-clientes.

Durante una semana en 2012, la mayor red social el mundo manipuló mensajes de sus usuarios y estudió lo que se ha dado en llamar el “contagio emocional”. Para ello se emplearon algoritmos que modificaban los feeds de noticias de los usuarios de Facebook, controlaban las publicaciones con palabras positivas y negativas y se pudieron comprobar como éstas podían influir en su estado de ánimo. Estaba demostrado: “Facebook podía manipular las emociones de la gente”.
Muchas discusiones han surgido a partir de la publicación de este experimento en The Proceeding of the U.S. National Academy of Sciences, sobre la legalidad y la ética de este tipo de acciones por parte de las empresas.
Sheryl Sandberg, jefa de operaciones de la compañía, ha salido al paso alegando que la empresa ha realizado este experimento con la intención de mejorar los servicios que ofrece esta red social y de esta manera poder realizar una mejor curación de los contenidos que se ofrecen a sus usuarios.
A Naughton le sorprende comprobar que muchos usuarios indignados han alzado la voz por este experimento cuando son de sobra conocidas la manipulación y monitorización de datos que realizan los organismos gubernamentales y las grandes empresas y está convencido, de que una vez que todo este revuelo termine, los usuarios seguirán prestándose a esta manipulación.
La idea de que las empresas pueden comportarse de manera ética –finaliza Naughton– es tan absurda como pensar que los gatos respetan los derechos de los pequeños mamíferos. Subraya que así como estos felinos matan a otras criaturas, las empresas hacen lo que hacen, para maximizar los ingresos y el valor de sus acciones dentro de un marco legal.
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