El semanario británico The Economist ha publicado un extenso artículo titulado " The weaker sex" [ El sexo débil] bajo el subtítulo "Género, educación y trabajo" que analiza el hecho de que los chicos están siendo superados por las chicas en la escuela y en la universidad, y advierte que "en sólo un par de generaciones, una brecha de género se ha cerrado, sólo para que se abriera otra".
El artículo que se reproduce en la edición digital ha sido tomado de la sección internacional de su edición impresa y no lleva firma. Está confeccionado en base a entrevistas con autoridades del ámbito educativo anglosajón y toma en consideración los datos del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicado el 5 de marzo de 2015, sobre las competencias de niños y niñas en matemáticas, ciencias y lectura.
Por ejemplo, Sir Anthony Seldon, profesor en Wellington College, "un internado inglés pijo" –según The Economist–, afirma que la situación cambiante por la cual las niñas superan actualmente a los niños se debe a que todo está relacionado con "sus cerebros, sus cuerpos y la química". Por su parte, Ivan Yip, director de la Bronx Leadership Academy [Academia de Liderazgo] en el Bronx de Nueva York sugiere que "hay una idea de que no es cool que ellos [los chicos] destaquen, que no es bueno ser inteligente".
La primera escuela cobra unas 25.000 libras al año [unos 35.000 euros] y cuenta con un club de buceo; la otra sirve almuerzos subvencionados a la mayoría de sus alumnos, una cuarta parte de los cuales tiene necesidades especiales.
"Sin embargo –subraya The Economist–, ambas están lidiando con el mismo problema: los chicos adolescentes están siendo dejados atrás por las chicas".
Se trata de un problema que habría sido inimaginable hace unas décadas –apunta el semanario. Hasta la década de 1960 los chicos concurrieron más tiempo a la escuela que las chicas, y tenían más probabilidades de graduarse de la universidad.
Ahora, en todo el mundo rico y en un número creciente de países pobres, la balanza se ha inclinado hacia el otro lado –asegura.
Suecia ha encargado una investigación sobre su "crisis de los chicos". Australia ha ideado un programa de lectura llamado "Boys, Blokes, Books & Bytes”. "En sólo un par de generaciones, una brecha de género se ha cerrado, sólo para que se abriera otra" –advierte The Economist.
Este cambio aparece representado en el informe publicado el 5 de marzo por la OCDE, que agrupa a treinta y cuatro países miembros y que The Economist define como"un think-tank de países ricos con sede en París".
Según esa investigación, la dominancia de los chicos perdura en matemáticas: a los 15 años, en promedio van en el equivalente a tres meses de escolarización por delante de las chicas. En ciencias, los resultados son bastante parejos.
"Pero en lectura, donde las niñas han llevado la delantera desde hace algún tiempo, ha aparecido un abismo" –agrega el semanario. De este modo, en los 64 países y economías incluidos en el estudio, las niñas superan a los niños y "la brecha promedio es equivalente a un año adicional de escolaridad".
La alfabetización
La OCDE considera que la alfabetización es la habilidad más importante que se evalúa, ya que el aprendizaje depende de ella. Efectivamente, los chicos adolescentes tienen un 50 por ciento más de probabilidades que las chicas de no alcanzar las competencias básicas en matemáticas, lectura y ciencias. "Los jóvenes de este grupo [15 años], con ningún campo donde destacar o brillar, son propensos a abandonar la escuela por completo" –dice The Economist.
Agrega que para entender por qué pasa esto en el aula, primero hay que ver lo que hacen niños y niñas fuera de ella. Una niña de 15 años dedica un promedio de cinco horas y media semanales a hacer la tarea, una hora más de promedio que el niño, que pasa más tiempo jugando con el vídeo o navegando por internet. La OCDE ha constatado que, entre los niños que dedican tanto tiempo a la tarea como la chica promedio, la brecha de género en la lectura se redujo en casi un cuarto.
"Tres cuartas partes de las niñas leen por placer, en comparación con poco más de la mitad de los varones. Las tasas de lectura están cayendo en todas partes a medida que las pantallas les apartan los ojos de las páginas, aparte de que los niños se dan por vencidos más rápido" –señala el semanario.
Agrega que una vez en clase, los niños quieren salir de ella. Ellos tienen el doble de probabilidades que las niñas de opinar que la escuela es una "pérdida de tiempo", y llegan tarde con más frecuencia que ellas.
Del mismo modo que los profesores luchan por convencer a las niñas de que la ciencia no es sólo para hombres, la OCDE ahora insta a los padres y responsables de formular políticas a conducir a los chicos lejos de una percepción de la masculinidad que ignora el rendimiento académico. "Hay diferentes presiones sobre los niños", dice Ivan Yip. "Desafortunadamente –añade– hay una tendencia en la que tratan de vivir de acuerdo con ciertas expectativas en términos de [mal] comportamiento".
"El desdén de los chicos hacia la escuela –agrega The Economist– podría haber sido menos irracional cuando había un montón de puestos de trabajo para hombres sin educación. Pero esos días han quedado atrás". Puede ser que un poco de arrogancia ayude en matemáticas, donde la confianza juega un papel en el comportamiento de los chicos (aunque a veces lleve a engaño: el 12 por ciento de los niños dijeron a la OCDE que estaban familiarizados con el concepto matemático "subjunctive scaling", una cortina de humo por la que solo el 7 por ciento de las niñas se dejó engañar).
Pero su falta de auto-disciplina vuelve locos a los maestros –advierte el semanario. Tal vez debido a que puedan ser tan insufribles, los adolescentes varones suelen recibir calificaciones más bajas. La OCDE constató que los chicos lo hicieron mucho mejor en sus exámenes anónimos que en las evaluaciones de los profesores. La brecha con las niñas en lectura resultó ser un tercio menor, y el desnivel en matemáticas, –donde los chicos ya iban por delante– se abrió un poco más. Otro hallazgo de la OCDE que sugiere la falta de imparcialidad entre los maestros, señala que los niños son más propensos que las niñas a ser obligados a repetir curso, aun cuando tengan las mismas aptitudes.
¿Qué hay detrás de esta discriminación? –pregunta el semanario. Una posibilidad es que los maestros califican mejor a los estudiantes educados, ambiciosos y que se mantienen al margen de las peleas, atributos que son más comunes entre las niñas. En algunos países, el puntaje académico incluso puede ser rebajado por mal comportamiento.
Otra es que las mujeres, que son ocho de cada diez profesores de enseñanza primaria y casi siete de cada diez de secundaria, estén a favor de su propio sexo, lo mismo que han hecho jefes varones que han favorecido a hombres subordinados. En algunos lugares el sexismo está consagrado por ley: en Singapur aún se castiga a los chicos con varas, pero no a las niñas –dice el semanario.
También señala que algunos países ofrecen un entorno en el que los niños pueden mejorar. Como ejemplo indica que en América Latina la brecha de género en la lectura es relativamente pequeña. En Chile, Colombia, México y Perú los chicos no están tan alejados de las niñas como en otros lugares. Sin embargo, casi siempre existe una brecha de género más amplia en matemáticas en favor de los varones –añade.
The Economist apunta que lo contrario también ocurre, ya que en Islandia, Noruega y Suecia, han conseguido que las niñas alcancen la paridad con los varones en matemáticas, y luchan contra incómodas brechas de género en lectura. Desde 2003, la última ocasión en que la OCDE hizo un gran estudio, los chicos en unos pocos países han mejorado en lectura y las niñas en varios otros han reducido significativamente la brecha en matemáticas. Ningún país ha logrado las dos cosas –subraya el semanario.
El artículo completo está disponible en este enlace.
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