A propósito de la exposición en la Biblioteca Pública de Nueva York The ABC of it: Why Children´s Books Matter, Steven Heller ha publicado un artículo en The Atlantic en el que recoge las declaraciones de Leonard Marcus, curador de la muestra, sobre la importancia que tiene y ha tenido la literatura infantil a través de los tiempos.

Cuando se piensa en literatura infantil, comenta Marcus, se piensa en cuentos de hadas o historias fantásticas, pero durante muchos años estos libros han servido para muchas otras cosas. Por ejemplo, continúa, para que no se perdiera el contacto con la herencia cultural de un pueblo, como ocurrió en Irlanda durante los siglos XIX y XX durante el dominio británico. O también con fines moralistas e incluso fundamentalista, por ejemplo, los puritanos los emplearon para inculcar lecciones básicas en las más tempranas edades.
En siglos posteriores se pudo comprobar a través de los libros infantiles los intereses y capacidades de los más pequeños. El humor, comenta Marcus, fue reconocido como la clave para atraer su interés y escritores como Edward Lear y Lewis Carroll comprobaron que el juego y el divertimento eran un fin en sí mismo en los libros infantiles y que la irreverencia hacia el mundo de los adultos era una fuente inagotable de diversión en sus títulos.
En estos momentos, añade, la comercialización y globalización del sector editorial ha hecho que los libros ilustrados se acerquen más a los anuncios publicitarios y que las novelas fantásticas tengan un tratamiento como si fueran a acabar siendo películas de Hollywood,
En definitiva, lo que se ha pretendido con esta exposición, concluye, es que sus visitantes retrocedan en el tiempo y vean a los libros en contextos mucho más amplios como son el de las artes, la cultura popular y la historia social. Los libros infantiles reflejan los tiempos en los que fueron creados, de ahí todo su valor e importancia.
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