La industria editorial en Venezuela no solo debe afrontar las dificultades propias del sector en una realidad cambiante sino que sufre las consecuencias de la crisis económica agravadas por la necesidad de adaptarse al contexto creado en el país por normas y medidas que dificultan la producción. Este sombrío panorama aparece reflejado en un artículo que publica el diario El Universal, de Caracas, bajo el título " Crisis editorial, en blanco y rojo. El sector editorial también afronta múltiples problemas", firmado por Daniel Fermín.

 

El periodista hace notar que el sector editorial "tampoco escapa a la situación del país". Entre otros problemas señala "la dificultad para conseguir el papel para imprimir los libros, el acceso limitado para obtener los dólares a precio oficial para importar material y títulos, el aumento de los costos de producción que influye en el precio final de venta al público".

 

Para documentar la situación, ha consultado la opinión de diversos representantes del sector editorial, entre ellos la de Mariana Marzuck, directora de Planeta en Venezuela, que imprime en el país.

 

Para ella "la escasez de papel es, quizás, el principal problema. Muchas editoriales independientes y privadas –dice– deben tocar las puertas de distintas imprentas para conseguir el insumo". Explica que esta editorial tuvo que retrasar su plan de publicaciones aunque lo mismo le sucedió a otras. "Hay que diversificar las imprentas con las que trabajamos. Conversar permanentemente con varios proveedores. No se puede producir la planificación que uno se propone al año", declara Marzuck.

 

Relata que el libro de la gurú de la nutrición venezolana Sascha Barboza (SaschaFitness) tuvieron que hacerlo en tiradas de cinco mil en cinco mil cuando en otra situación se publicarían los veinte mil ejemplares de un vez. Tampoco pudo publicar novedades que tenía previstas para noviembre o títulos que funcionan bien, o novelas románticas o eróticas. Por otra parte señala que un libro de seiscientas o setecientas páginas alcanza un precio inalcanzable actualmente para los lectores venezolanos.

 

Fermín apunta también que los autores extranjeros afrontan otros inconvenientes ya que "conseguir pasajes aéreos o dólares para cubrir sus gastos hace difícil que estén presentes en las diferentes ferias del libro". Marzuck aún no sabe si podrá llevar autores internacionales para el Festival de la Lectura de Chacao y se lamenta de no haber podido pagar los derechos de autor porque "no hay providencia del Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad) para eso".

 

La situación en las librerías tampoco es boyante pues no solo han tenido que reinventarse para afrontar la crisis sino que su oferta se ve mermada porque las distribuidoras importan novedades han ido cerrando poco a poco.

 

Andrés Boersner, encargado de Librería Noctua, de Caracas, señala que ahora quedan solo las distribuidoras nacionales, "que despachan con mucho retraso. Hoy trabajo –añade– con veinte distribuidoras, mientras que hace cinco años llegaba al centenar. Era un mercado grande, atractivo, era el único rubro en el que había un crecimiento en Venezuela".

 

Por su parte, Cristian Vallés, presidenta del Centro Nacional del Libro, piensa que el fenómeno está asociado a una crisis positiva en el área.  Afirma que las tiradas son más altas, y asegura que "hay más demanda, hay una población que lee mucho más. Hay que ponerse al día con los insumos para las artes gráficas". A su juicio "tampoco ha habido una migración suficiente al libro electrónico. Hoy se requiere más papel que hace años porque se imprime más. Aunque hemos dado pasos, estamos en ciernes con el libro digital".