Las técnicas y presiones empresariales que está utilizando Amazon con los editores son muy parecidas a las que emplearía con vendedores de productos alimenticios. La diferencia, asegura Pat Regnier en un artículo que publica en Time, es que siempre es posible encontrar una empresa distinta para un mismo producto, pero en el caso de la literatura, no es lo mismo el libro de un autor determinado que la novela de otro.

Regnier analiza, en un artículo publicado en la sección de economía de Time, la política empresarial que está llevando acabo la empresa minorista a raíz de su enfrentamiento con la editorial Hachette.
En estos momentos las acciones de Amazon siguen a la baja. Su política de ventas a pérdida cuenta con el beneplácito de muchos inversores, pero la caída de precios parece estar acabando con la paciencia de Wall Street.
Muchos piensan que la técnica que está siguiendo el minorista es una forma de arar el terreno para un crecimiento futuro del negocio y les asegura que pagará sus inversiones con beneficios reales. Pero el problema radica –apunta Regnier– en que los ingresos en los últimos tiempos han sido decepcionantes a tenor de lo observado en la Bolsa.
La vía que al parecer está adoptando Amazon es la que en su momento ha utilizado Wal-Mart, otro gigante minorista estadounidense, que establece concesiones dolorosas por parte de los proveedores con el fin de mantener precios muy bajos. Así por ejemplo Regnier rescata un caso en el que esta compañía obligó a una empresa de encurtidos a vender a un determinado precio, ante la amenaza de que si no aceptaba el acuerdo, ya encontraría otra compañía que lo aceptase.
La diferencia –señala Regnier– es que un libro no es un “bote de pepinillos” que se puede encontrar en otra tienda, ya que si un lector quiere el libro que Malcolm Gladwell publicado en Hachette, no va a comprar en su lugar la última novela de Bill Bryson.
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