El poeta leonés afincado en Salamanca Antonio Colinas exalta la naturalidad y sencillez del discurso de agradecimiento de Germán Sánchez Ruipérez al ser nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca el 12 de febrero de 2010.
En su columna "Con la primera luz", de la edición del domingo 20 de febrero de La Gaceta Regional de Salamanca, Colinas titula "Un ser humano" sus impresiones sobre la figura del presidente de la Fundación con motivo del acto académico, en el que el poeta estuvo presente.
Refiriéndose al discurso, subraya que la "naturalidad y sencillez de su palabra -esa humildad sin una gota de soberbia- nos sumergió de lleno en claves que él desveló con lucidez: libro, lectura, educación, independencia, entrega a los demás, cultura...". "Nos volvíamos a topar con el mejor humanismo salmantino" -opina.

Texto completo de la columna de Antonio Colinas en La Gaceta

Con la primera luz
Un ser humano
Antonio Colinas

Me encontraba detrás, al lado de las chirimías y del Coro de la Universidad de Salamanca. Quizá por ello me pareció que la música era el mejor mensaje previo para una bella celebración, sometida al necesario rigor del rito y al fervor del homenaje. Me estoy refiriendo al acto que se celebró en el Paraninfo de la Universidad para reconocer como doctores "honoris causa" al salmantino Germán Sánchez Ruipérez y al norteamericano Stephen Whitaker. Más tarde vería esa foto en que ambos se sentaban en solitario, apaciblemente, en otra aula, la de Fray Luis de León, y ya sentí envuelto el acto en ese sentido orficopitagórico afín al poeta, a esa "música de las esferas" que en la institución salmantina se prolonga con las deliciosas músicas de Aragüés y aún más acá, hasta hoy mismo. Deseo detenerme ahora en impresiones más personales. Después de aquella introducción musical, mi mente voló hacia atrás, hacia mis años de bachiller. No sé por qué recordé vivamente dos libros concretos editados por Anaya: la "Lengua" de lo que entonces era segundo curso y la "Literatura Universal" de sexto, un libro que yo leía entonces más como una novela que como un sufrido libro obligado. De ahí mi mente saltó a la colección Letras Hispánicas, de Cátedra, que nos permitió ahondar en los clásicos y modernos. Y pensé en una aventura esperanzadora, la del periódico "El Sol", en el que colaboré mientras existió. El periódico ilustrado, regeneracionista y liberal que todavía hoy necesitamos. De la música y los recuerdos, me sacaron las palabras de Germán Sánchez Ruipérez, el artífice de estas obras y de tantas otras. Hablaba él con enorme sencillez y naturalidad para decirnos lo que había sido su vida: su vocación para el trabajo y para crear empresas maravillosas, con el lamento, como salmantino, de no haberlas podido iniciar estudiando en esta universidad. Pero nos recordó un año clave en su vida, el de 1942, cuando en tiempos difíciles, inició en la librería familiar el germen del que habrían de brotar tantos frutos futuros. Nos recordó esa fecha, y sobrevoló con elegancia y gran altura moral los años previos, los de Peñaranda, aquellos en cuyas pruebas quizá radiquen las raíces primeras y más decisivas de la fuerza de este hombre. Pero esa sencillez y naturalidad de su palabra -esa humildad sin una gota de soberbia nos sumergió de lleno en claves que él desveló con lucidez: libro, lectura, educación, independencia, entrega a los demás, cultura... Nos volvíamos a topar con el mejor humanismo salmantino; el que, más allá de los tópicos, es una evidencia cuando en las obras tiembla el ser humano íntegro. Y temblaban en las palabras de Sánchez Ruipérez corazón y razón. Corazón, en el arranque de su discurso, cuando parecía que la emoción le iba a ahogar la voz; razón, en el dominio con el que encauzó el temple de sus palabras. Corazón y razón abocados durante una larga vida al bien, a ese que nace, con los libros, en las raíces de la infancia. Libro, lectura, educación, independencia, trabajo, humildad, cultura... Su lección, en la primera de las aulas salmantinas, había sido, por sabia, extremadamente sencilla. El Rector la reforzó al recordarnos una de las acepciones que el diccionario de la RAE da de la palabra honor: "cualidad moral que lleva al cumplimento de los propios deberes respecto al prójimo y de uno mismo".


También puede consultarse en el archivo de Noticias en la prensa de la Universidad de Salamanca