Es frecuente leer noticias sobre el cierre de bibliotecas y librerías. Ante esta disminución del mercado físico, las ventas también se ven afectadas. Martyn Daniel, editor y colaborador del blog FurtureBook, analiza en un post el porqué de esta situación.
Ante esta disminución de espacios físicos, muchos han pensado que ha sido internet el que ha recogido el testigo, pero lo que es obvio para Daniel es que la inmensa mayoría de ese mercado se lo ha llevado un único canal, Amazon. Esta empresa es la que sabe más sobre los hábitos de compra, gustos e incluso los ingresos de que disponen sus consumidores.
En estos últimos tiempos, señala el editor, se ha podido comprobar cómo se han devaluado los libros. El consumidor espera grandes descuentos y se ha pasado de un modelo selectivo a otro en el que se bajan los precios casi a diario. También se ha podido observar la aparición de un mercado agregador que ha alimentado la necesidad de que muchos hayan decidido asociarse con el más fuerte. En este sentido Amazon ha sido muy inteligente, apunta Daniel, ya que ha creado un modelo “cerrado bajo llave” e incluso ha provocado que el resto de sus “contrincantes” luche entre sí para ver quién es el más barato.
Han llegado a proponerse precios incluso más bajos que los que ofrece el gigante empresarial, advierte. “Cuando los consumidores no saben el precio es relativamente fácil mantenerlo, pero una vez que la cantidad esperada es de menos de un dólar por libro, acaba convirtiéndose en norma”.
En estos momentos el volumen medio de ventas necesario para encabezar las estadísticas se ha reducido, aunque el mercado se ha ampliado, puntualiza este editor. Internet tiene una capacidad superior a lo que podían almacenar en su momento las estanterías físicas. A esto, añade, el mercado tradicional se encuentra todavía dominado por el modelo de “venta o devolución”, que funciona bien con un listado de los más vendidos que va actualizándose cada tres semanas. En definitiva, se invierte el dinero de marketing, en ganar visibilidad y éste se recupera gracias a las ventas. Pero lo que Daniels se pregunta es si es posible seguir con este modelo para descubrir libros en un ambiente en el que la presencia de espacios físicos es cada vez menor, o si resulta rentable apostar en un mercado cada vez más volátil.
El desafío reside, concluye Daniels, en que el canal físico no cuenta con un margen grande para poder sobrevivir, y al trabajar con beneficios tan bajos, su reducción se produce cada vez más deprisa.
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