Cuatro bibliotecarias de la Universidad Estatal de Oregón en los Estados Unidos comenzaron hace dos años un estudio sobre el uso de ereaders. Con la aparición de nuevos dispositivos como las tabletas, el paisaje de lectura digital ha cambiado de manera significativa, por lo que estas bibliotecarias han decidido compartir su experiencia, según un artículo publicado en The Digital Shift.
Uta Hussong-Christian, bibliotecaria y experta en Biología, comenzó su incursión en la lectura digital con el Sony Reader Pocket Edition, pero la llegada del iPad desbancó a este ereader. Aunque hay quien opina que la capacidad de realizar múltiples tareas en una tableta es sinónimo de distracción, en su opinión es precisamente esta característica la que más la empujó a utilizar este nuevo dispositivo.
Laurie Bridges, bibliotecaria de la Universidad de Oregón, confiesa que todavía no ha renunciado a su Nook Simple Touch y lo prefiere principalmente por ser más ligero que una tableta. La única pega que plantea es el problema con la luz de la pantalla, pero sabe que con el modelo Glowlight que ha lanzado la compañía está solucionado.
Para Jane Nichols, otra bibliotecaria de esta universidad, la navegación y la limitación de leer artículos en PDF la alejaron considerablemente de su Kindle. Cuando compara este lector electrónico con otros dispositivos como su smartphone o tableta reconoce que el teclado y controlador de su ereader hacen que la lectura en este dispositivo sea lenta y esté “pasada de moda”. A esto, apunta el hecho de que muchos libros que quiere leer solo están disponibles en papel, por lo que confiesa que sigue leyendo muchos títulos en formato impreso.
La Directora de Energías y Servicios Emergentes en la red de bibliotecas del estado de Oregón, Evviva Weinraub Lajoie, abandonó su Kobo Touch en el momento en el que apareció el iPad Mini, ya que en su opinión es el dispositivo que cubre todas sus necesidades, aunque reconoce que todavía sigue cogiendo prestados libros de la biblioteca pública y lee novelas gráficas en su edición de bolsillo.
En definitiva –concluye el artículo– la aparición de los lectores electrónicos ha servido como puente y transición hacia la lectura digital. Ninguno de estos bibliotecarios ha abandonado en ningún momento la lectura en papel, pero reconocen que sus ereaders aumentaron sus opciones de lectura y que con la llegada de las tabletas se ampliaron considerablemente.
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