Dos empresas brasileñas especializadas en educación superior, que apuestan por la cantidad y la calidad, han iniciado un proceso de fusión que las convertirá en un gigante en el sector. Un artículo publicado en The Economist explica dónde radica el éxito de ambas instituciones.
Rodrigo Galindo, jefe de Kroton, una de estas dos empresas brasileñas, ha comentado que la calidad y la cantidad en educación son tareas fáciles si se tratan por separado, el problema radica en llegar a la combinación de ambas. El truco –explica–es abandonar esos métodos de enseñanza prácticamente artesanales y adoptar otros como los materiales y la enseñanza en línea, además de llegar a acuerdos con los centros de enseñanza locales.
Unopar, una universidad situada al sureste del estado de Paraná fue adquirida por esta empresa en 2011 y es una de sus marcas más conocidas –informa el artículo. Hace diez años se convirtió en la primera institución de este país en la que se podía adquirir la acreditación de profesor a distancia. En estos momentos, es el mayor proveedor de educación a distancia en Brasil, con unos ciento cincuenta mil estudiantes matriculados en cerca de quinientos centros.
Elissa Assis, directora de Unopar comenta que estos cursos no son sencillos, pero si que son flexibles. La dificultad está en captar la atención de los estudiantes y mantenerlos online, tanto en las clases como en los debates.
Anhanguera es la otra empresa brasileña conocida por su campus en Vila Mariana y su centro multimedia, con una docena de estudios que imparte clases de una hora a otros centros universitarios repartidos por todo el país. Esta empresa negocia con los editores para conseguir los libros de texto por tan solo una quinta parte de su precio estándar.
Por el momento ninguna de estas dos compañías tiene en mente expandirse en el extranjero, al menos por ahora –asegura el artículo. Una de las razones es que todos sus materiales están en portugués y la otra es la situación del país. De cada cien niños brasileños que comienzan la escuela primaria, solo cincuenta y siete van a terminar el ciclo de secundaria y solo catorce se matricularán en estudios superiores.
Más de doce millones de jóvenes con edades comprendidas entre los veinticinco y los treinta y cuatro años terminaron la escuela secundaria, pero ni tienen un título de nivel superior, ni se plantean obtenerlo. Por lo tanto, estas empresas ven en su país un espacio en el que seguir creciendo. En definitiva –concluye el artículo– Brasil parece que ha dado con la receta ganadora en la educación.
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