Un estudio reciente encargado por Digital Book World muestra las tendencias presentes en el campo de la publicación digital de libros y hace predicciones clave sobre las oportunidades de las que disponen los editores para aprovechar el ritmo de evolución de la innovación tecnológica y adaptar a ella las reglas del negocio.
La referencia al estudio 11 Topmost Digital Book Publishing Trends & Opportunities, elaborado por Thad McIlroy, aparece publicada en un artículo del portal SmartBook perteneciente al consorcio europeo TISP (grupo de trabajo que agrupa a empresas editoras y tecnológicas y del que forma parte la Fundación Germán Sánchez Ruipérez).
El primero de los once temas destacados en el análisis sugiere que la industria de contenidos está actualmente madura para la innovación, y que el sector del libro no es una excepción; pero advierte a la vez que mientras los editores sigan actuando bajo las reglas tradicionales de negocio sin asumir algunos riesgos, será difícil obtener una ventaja competitiva frente a otros productos. En este contexto, las start-up editoriales son vistas como fuentes creativas de innovación en cuanto a la tecnología y los modelos de ingresos que manejan.
De hecho, los libros electrónicos están abriendo y ampliando nuevas audiencias, y los editores deben buscar y encontrar la oportunidad de llegar a la mayor cantidad posible de público posible a través de las ventas de libros electrónicos.
No falta la referencia al Big Data y el análisis de datos obtenibles a través de los canales de conexión con los clientes. La inversión en infraestructuras tecnológicas que, por ejemplo, faciliten el análisis semántico de los comentarios de los clientes, ayudarán en gran medida a ajustar el plan comercial, redefinir la colección y la oferta y obtener el valor de negocio real de cada publicación.
Otro de los aspectos técnicos que resultan cruciales para mejorar el negocio es el referido a la adaptabilidad de las publicaciones a los distintos dispositivos disponibles en el mercado. El estudio insiste en que los editores deben optimizar sus contenidos, independientemente del sistema de entrega.
En cuanto al ecosistema educativo, según enuncia McIlroy, este presenta hoy un escenario complejo donde interactúan muchos factores: la necesidad de responder a las directrices institucionales, un menor grado de digitalización que en otros sectores y la búsqueda de la mejor relación entre calidad y precios asequibles para los estudiantes, entre otros. "Las oportunidades en el mercado de la tecnología educativa –concluye– son proporcionales a los niveles de riesgo".
Otra de las oportunidades que el estudio recuerda a los editores es la de construir sólidas comunidades de lectores aprovechando las posibilidades que ofrecen internet, las plataformas sociales o los sistemas de recomendación consolidados (se menciona como ejemplo a Goodreads). Son vías eficaces para estar en contacto con sus clientes, entender las expectativas que tienen con respecto a la oferta editorial y fidelizarlos.
El último epígrafe alude a la asociación y cooperación dentro de la industria. El análisis sugiere a los distintos agentes (autores, editores, distribuidores, proveedores, etcétera) actuar como socios en la gestión de la cadena de suministro y el proceso comercial, creando fórmulas que les permitan compartir conocimientos y desarrollar servicios comunes de los que todos pueden beneficiarse.
Anna Lionetti, firmante del artículo publicado por TISP, concluye diciendo que el trabajo de McIlroy es un buen punto de partida para reflexionar y planificar nuevas estrategias para asimilar y a la vez rediseñar las cambiantes reglas que gobiernan el mercado del libro e ir avanzando hacia un futuro prometedor para el mundo de la publicación. |