El hecho de que 2014 haya sido un año récord en ventas de libros infantiles en el Reino Unido ha favorecido la aparición de nuevos sellos editoriales. Pero aunque esto puede parecer una gran noticia para los autores, la editora independiente Imogen Cooper asegura que en realidad puede ser un inconveniente, a tenor de lo publicado en un artículo en The Bookseller.

Se publican gran cantidad de libros, pero muchos de ellos son de mala calidad o incluso están mal editados. Los escritores se enfrentan a que si su primer libro no consigue el éxito, difícilmente podrán sacar adelante su carrera profesional –informa Cooper.

Ben Illis, agente literario, está de acuerdo con esta afirmación a lo que añade que los minoristas están teniendo problemas para conseguir escritores nuevos para sus sellos y las grandes cadenas por su parte no los apoya.

En el caso de la literatura juvenil, la situación es muy similar, comenta el editor y librero independiente Ron Jones. En su opinión no hay mucho terreno intermedio entre las grandes editoriales y las más pequeñas e independientes.

En el sistema capitalista –agrega– las grandes expresa se comen a otras grandes empresas, lo que implica que las pequeñas editoriales no pueden pagar lo mismo que las grandes editoriales por esas pequeñas joyas literarias que se publican de vez en cuando. En definitiva, los autores no consiguen mucho dinero, lo que hace que la situación sea insostenible.

Por otra parte, la escritora Liz Kessler cree que este crecimiento es bueno para el gran equipo que conforma el ecosistema de la literatura infantil. Cuantos más libros, editores y voces existan, más posibilidades hay de atraer a nuevos lectores.

La escritora Amber Carabeo añade por su parte que la calidad de edición está mejorando y que cada vez son más los editores que se están alejando de publicar muchos libros sin criterio, para centrarse en publicar un menor número de títulos pero de calidad.