Los audiolibros van ganando adeptos con el paso del tiempo, algo que se debe principalmente al desarrollo del formato digital, que hace que su rentabilidad sea mayor. Pero su éxito, informa Michael Kozlowski en un artículo publicado en Goodereader, está suponiendo la decadencia de los audiolibros en formato analógico.
Al mismo tiempo, las ventas de audiolibros en formato físico no dejan de descender año tras año. Un estudio realizado por Nielsen BookScan pone de manifiesto que la venta de unidades de audio en formato analógico apenas creció en 2014, algo que corrobora la Asociación de Editores de los Estados Unidos quien además añade que la venta de CDs cayó en un siete por ciento.
La causa, según la empresa Recorded Books, puede ser que los autores independientes no invierten en adquirir un número ISBN adecuado, lo que provoca que sus títulos queden relegados en la sombra. Sin embargo, para este periodista, el motivo podría ser el coste de hacer un libro en formato CD. Su precio –continúa Kozlowski– viene a ser unos veinticinco dólares, e incluso hay libros que pueden costar casi el doble.
Las ediciones digitales cuestan menos, aunque tampoco mucho menos –añade. Un audiolibro es tan caro –explica–debido al precio por hora facturable. Es decir, cada audiolibro suele durar unas doce horas y cada hora de producción, además del narrador, viene a costar una media de entre trescientos y cuatrocientos dólares. A esto hay que añadir el tiempo de edición. Por lo que el producto final viene a costar unos cinco mil o seis mil dólares.
En la actualidad algunas compañías se suman a la moda de los audiolibros como una campaña de marketing, incluso llegan a contratar a personas conocidas para grabar el texto.
Kozlowski lo tiene claro, resulta especialmente difícil encontrar a alguien con un walkman, un discman o un reproductor de CDs en casa. Todo el mundo ve películas en streaming, escucha la radio a través de apps, por lo que no es ninguna sorpresa el que las ventas de cintas y CDs hayan caído tanto. |